Resumen:
“El concilio Vaticano II dio un impulso a la moral desde una clave personalista, en la que el punto de arranque está en el hombre como ser creado a imagen y semejanza de Dios, redimido en Cristo e invitado a la plenitud de la vida en Él. En esa perspectiva, la conciencia representa el centro de la vida moral del hombre, en cuanto sujeto ético, y se reconoce que todo el orden moral viene personalizado por ella. En cuanto tal, ella es sede, centro y síntesis de la vida moral.
El contenido que está en GS 16 revelará una nueva valoración de la conciencia moral de la persona, exigida a amar y a hacer el bien, y a evitar el mal. Este escrito profundiza en el número conciliar antes citado, viendo las aportaciones y la nueva visión que se estructura a partir de ahí, con los retos implicados.”