Resumen:
“[…] La Biblia no es un compendio de textos unidimensional […] sino que forma un espacio abierto de culturas e ideas variadas. Normas y reglas son validadas y rechazadas, conceptos de Dios y del hombre son discutidos a veces con muchas controversias.
Si esto es así, entonces la ética del AT no se puede limitar a justificar reglas de comportamiento con citas bíblicas (dicta probantia).
Por el contrario, la ética del AT tiene la tarea de presentar este espacio discursivo y analizar las diferentes posiciones en él. […] La Biblia no es un manual de moral y tampoco un almacén de principios éticos. No es un autoservicio en cuyos estantes los clientes pueden servirse a diestra y siniestra según sus necesidades. Las escrituras bíblicas forman un espacio discursivo en el cual hoy en día entramos y donde encontramos muchos, (y a veces también contradictorios) argumentos y de esta manera afinamos nuestra percepción ética. […]”