Resumen:
En esta primera Exhortación apostólica, el Papa Francisco nos invita a ser audaces discípulos Misioneros de Cristo compartiendo la alegría del Evangelio, a reconocer al Dios amante que emerge de nosotros para responder por el bien de todos. Proclama al Evangelio como base para restaurar la dignidad de la vida humana y a Jesús como el eterno y primer evangelizador.