Resumen:
“Como la regla de las profesas dice que la práctica de la virtud depende de la estima y amor que tenemos por ella, así es también verdad de la enseñanza de la Doctrina Cristiana. Para las que no tienen el verdadero gusto por ello, es algo árido y abstracto […] De nuevo en nuestros días y en esos países, la fe y la piedad dependen del ejercicio de los individuos […] Por lo que respecta al estudio y examen de nuestra fe: es un deber para todos los cristianos serios y educados el conocer su religión, y, como dijo León XIII, de tal manera que puedan al mismo tiempo defenderla y adornarla. […] La presión externa que se nos pone para otras materias, no debe alejar nuestra atención de la enseñanza de la religión, sino ejercitarla.”